jueves, 1 de marzo de 2007

[Lit] Huasteca



“Lo matas tú o lo mato yo wey”
(el chivo – Amores Perros-)


Hace poco me he mudado a un mundo nuevo, cuando uno no se da cuenta es alguien diferente, el humor, el aspecto, ,el amor… te cambia, eres diferente, simplemente el ambiente te afecta y comienzas a pensar de distinta manera. Ahora he tenido oportunidad de apreciar una vista hermosa aquí por donde vivo, es de noche y hay unas estrellas que parecen flores del universo, es un lugar paradisíaco y aunque el sistema se lo intenta comer todo…es demasiado para engullir. A continuación algo hermoso que vi y que me vino a la mente, tal como lo sentí lo escribí, lo elaboré cuando paré en mi coche entre las montañas, se respiraba el viento fresco y fumaba un cigarro, ¿acaso hay mejor cosa que esto?, en fin tenía tanto sin escribir algo, era el momento.

A lo lejos la ciudad se escucha como un enorme ruido, todos los ruidos ambientales estaban unificados, es bello ver las luces, pero la luz que emana en este intenso obscuro es luz artificial de ruido. Aún recuerdo cuando recién llegué, había un arcoiris extenso que abarcaba de un extremo de la cordillera a otro, era en este mismo lugar pero era de día, nunca había visto algo semejante, en él se fueron mis memorias y los recuerdos se deslizaron en sus colores. Me despedía del desierto por vez primera.

Quiero hablar con la montaña, pero no como un Zaratustra cualquiera… que cosas digo, de todos modos no me responde. Siento una humedad intensa, habla la lengua del cerro, como la gran urbe que brilla a lo lejos, también así se presiente la lengua. Ahora el humo se dispara de mi cigarro y se evapora como las memorias en aquel arcoiris taciturno. Dejemos el ayer, ahora la noche es de blanco y negro, es nostálgica agigantada, porque así “con cierta nostalgia” solo se aspira el olor aquí en el valle. Se aprecia perfectamente lo natural de lo artificial; hay una barrera invisible que los divide a los dos: uno en la luz y otro en la obscuridad. Ahora estoy petrificado con vista de pichón y siento un miedo con un placer que me espanta y me recibe con cariño.

Quiero echar a correr como cuando era niño, así como cuando me imaginaba que se aproximaba un terrible suceso, quiero echarme por la colina como si algún ser monstruoso me fuera a seguir. Quiero correr imaginando un enemigo invisible, involucrar más emoción a la vida, eso quiero. Sin presumir, soy descaradamente feliz, demasiado diría Dios, eso que no soy argentino y el viento ahora sube por mis pies. Viento de mis amores me envenenas el oído de palabras dulces y me inundas el alma de atardeceres.

Tengo una ansia terrible de gritar pero no puedo, quiero matar el momento pero ahí se queda, ¿quién lo va a matar?, probablemente nadie… en las montanas están todos los que alguna vez estuvieron conmigo, todos y cada uno de ellos: los rostros, las caricias, los besos, las amistades, todo… absolutamente todo se mete al corazón y como buen viajero paseo con ello. Pasado es pasado me susurra la luna con su aire pretencioso, claro no tanto como el mío claro esta. ¿Quién no se vende?, me pregunto a mi mismo antes que lo hiciera la luna a si misma.

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