jueves, 29 de marzo de 2007

[Lit] Los nombres del aire



¨Sin saberlo, todos entramos en los sueños amorosos de quienes se cruzan con nosotros o nos rodean. Y sucede a pesar de la fealdad, la penuria, la edad o la sordidez de quien desea; y a pesar del pudor o la timidez de quien es codiciado, sin que cuenten sus propios deseos, dirigidos tal vez a otra persona. Así, cada uno de nosotros abre a todos su cuerpo y a todos se lo entrega¨. (Marguerite Yourcenar)

¨ Los ojos hacen a menudo las veces de mensajeros y con ellos se da a entender lo que se quiere. Si los otros cuatro sentidos son puertas que conducen al corazón y son ventanas hacia el alma, la vista es entre todos el más sutil y el de más eficaces resultados. Con la mirada se aleja y se atrae, se promete y se amenaza, se reprende y se da aliento, se ordena y se veda, se fulmina a los criados, se previene contra los espías, se ríe y se llora, se pregunta y se responde, se concede y se niega. Cada una de estas situaciones tiene un signo especial la mirada…¨.

¨Cuando volvieron a tener la sensación del tiempo, los dedos pálidos de Fatma y los muy obscuros de Kadiya habían hecho crecer entre las dos un tupido bosque de ramas negras y blancas, entretejidas como ilegible caligrafía. Se habían conocido en silencio y se amaron en la ausencia de palabras: hablaban la luz y la humedad de sus cuerpos. Decían lo que con muchas palabras se llega poco a decir. En otra de las terrazas, una mujer cantaba con voz muy aguda, adolorida, una muy antigua canción de Ibn Zaydun: ¨Cuando tus ojos vean lo que ya no se ve, y tus manos toquen lo que ya no se toca, tus ojos no serán ya tus ojos y tu cuerpo no será ya el tuyo, pobre posesiva poseída¨.¨

(fragmentos varios de: ¨Los nombres del aire¨, escrito por Alberto Ruy Sánchez)

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